Catorce de mayo de dos mil dieciséis: los domingueros siguen existiendo.
Increíble, ¿verdad?¿Que no? Pues debería serlo. Vivimos en el futuro, ¡por el amor de Dios! Hoy en día cualquiera tiene un superordenador en el bolsillo. Cualquier niño de apenas 3 años puede manejar dicho ordenador. Cualquiera se puede comunicar con alguien que está al otro lado del globo sin llegar a tardar un par de segundos en hacerlo. Las carreras de drones ya son un deporte. Si esto no es el futuro, nada va a serlo.
Sin embargo, y a pesar de todas estas condiciones futuristas, los domingueros siguen existiendo. Los domingos, cerca de la media mañana, montones de conductores salen con sus familias a lucir sus carnets obtenidos en tómbolas, por carreteras que no conocen, sin preocuparse por absolutamente nada más que por lo mucho que están disfrutando su paseo dominical. ¿Y qué pasa entonces con los demás usuarios de la carretera? Pues o se arman de paciencia y se hacen partícipes del ambiente, apreciando el paisaje sea cual sea, o simplemente se fastidian pero sin apreciar el paisaje.
Año 2016: la gente lleva en sus bolsillos ordenadores más potentes que los que se usaron para mandar al hombre a la luna por primera vez. Hay páginas de internet con comunidades mayores que poblaciones tienen algunos países. Ya existe un proyecto en prueba de un traductor en tiempo real; un cacharrito que te puedes poner en la oreja para escuchar en tu idioma a alguien que te está hablando en un idioma distinto. Vivimos en el futuro, no hay duda. Y de lo que tampoco cabe duda ¡es de que los domingueros siguen existiendo!
lunes, 23 de mayo de 2016
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